En el fascinante universo de la nutrición, pocas vitaminas ostentan un papel tan multifacético y vital como la vitamina A. Aunque a menudo la asociamos instintivamente con la salud de nuestros ojos y la famosa frase “come zanahorias para ver mejor”, su influencia se extiende a los rincones más profundos de nuestra biología. Actúa como un director de orquesta molecular, regulando desde la primera línea de defensa de nuestro sistema inmunitario hasta la correcta expresión de nuestro código genético. En este artículo, nos sumergiremos en el mundo de la vitamina A para descubrir qué es, dónde encontrarla y por qué es absolutamente crucial para una salud óptima a lo largo de toda nuestra vida.
¿Qué es exactamente la vitamina A? Un nutriente con múltiples identidades
Lejos de ser una única sustancia, la “vitamina A” es en realidad un término que engloba a un grupo de compuestos orgánicos liposolubles, esenciales para la vida. Estos compuestos se presentan en dos formas principales en nuestra dieta, cada una con un origen y un camino metabólico distintos hasta llegar a nuestras células:
1. Vitamina A preformada (retinoides): La forma activa Esta es la vitamina A “lista para usar” por el organismo. Incluye moléculas como el retinol, el retinal y, de crucial importancia, el ácido retinoico. Como su nombre indica, se encuentra preformada exclusivamente en alimentos de origen animal. Las fuentes más potentes son el hígado (que es el órgano de almacenamiento), los aceites de pescado, la yema de huevo y los productos lácteos enteros o enriquecidos. El retinol es la forma de transporte y almacenamiento, el retinal es clave en la visión, y el ácido retinoico es el metabolito que actúa a nivel genético.

2. Provitamina A (carotenoides): Los precursores vegetales Estos son pigmentos naturales que actúan como precursores, permitiendo que nuestro cuerpo los convierta en vitamina A activa según sus necesidades. Se encuentran en el reino vegetal, dando sus colores vibrantes a frutas y verduras. El más conocido y eficiente es el β-caroteno, responsable del tono naranja de zanahorias, boniatos y calabazas. Sin embargo, también abunda en vegetales de hoja verde oscuro como las espinacas y el brócoli, donde su color es enmascarado por la clorofila. Otros carotenoides con actividad provitamínica incluyen el α-caroteno y la β-criptoxantina.
Es fundamental entender que esta conversión no es ilimitada y está finamente regulada por el cuerpo, lo que convierte a los carotenoides en una fuente de vitamina A excepcionalmente segura. Además, no todos los carotenoides son precursores. Compuestos como el licopeno (abundante en el tomate), la luteína y la zeaxantina (presentes en el maíz y vegetales de hoja verde), aunque no se convierten en vitamina A, son moléculas bioactivas con potentes efectos antioxidantes y beneficios específicos para la salud, como la protección de la mácula ocular o la salud prostática.
El viaje por el cuerpo: Absorción, conversión y almacenamiento
Siendo liposoluble, la vitamina A (tanto retinoides como carotenoides) necesita imperativamente la presencia de grasas en la dieta para ser absorbida. En el intestino delgado, se empaqueta en quilomicrones y viaja por el sistema linfático hasta el torrente sanguíneo. El destino final es el hígado, nuestro gran almacén, que puede guardar hasta un 80-90% de las reservas corporales en forma de ésteres de retinilo, suficientes para meses o incluso años.
Cuando un tejido necesita vitamina A, el hígado libera retinol a la sangre. Para navegar por el medio acuoso sanguíneo, el retinol se une a una chaperona específica, la Proteína de unión al retinol (RBP). Este complejo RBP-retinol es el que viaja hasta los tejidos diana, como la retina o las células epiteliales, para ejercer sus funciones.
La eficiencia de la conversión de carotenoides a retinol es un punto clave y altamente variable. Depende de factores como:
- La matriz del alimento: El β-caroteno de las zanahorias cocidas y trituradas con aceite se absorbe mucho mejor que el de una zanahoria cruda.
- La genética individual: La enzima clave para esta conversión es la BCMO1. Polimorfismos genéticos comunes en esta enzima pueden hacer que algunas personas sean “bajas conversoras”, necesitando más carotenoides para satisfacer sus requerimientos.
- El estado nutricional: El cuerpo regula la conversión; si las reservas de vitamina A son altas, la eficiencia de conversión disminuye para evitar la toxicidad.
Funciones clave: Un pilar de la fisiología humana
La vitamina A es un nutriente pleiotrópico, lo que significa que su acción se extiende a una asombrosa variedad de procesos.
1. Regulación genética: El arquitecto del desarrollo Quizás su función más profunda, aunque menos conocida, es su papel como regulador de la expresión génica. El ácido retinoico funciona de manera similar a una hormona esteroidea. Viaja al núcleo de la célula, donde se une a receptores nucleares específicos (RAR y RXR). Este complejo se acopla a secuencias concretas del ADN conocidas como Elementos de respuesta al ácido retinoico (RAREs). Al hacerlo, actúa como un interruptor que activa o desactiva la transcripción de más de 500 genes. Estos genes controlan procesos vitales como la proliferación y diferenciación celular. Este mecanismo es absolutamente crítico durante el desarrollo embrionario para la formación del corazón, el sistema nervioso central, las extremidades y otros órganos. Es, en esencia, uno de los grandes arquitectos moleculares del cuerpo.
2. La visión: Un papel protagónico en la luz y la oscuridad La función más célebre de la vitamina A es su rol indispensable en el ciclo visual. En la retina, el retinol se convierte en retinal. Esta molécula es un componente esencial de la rodopsina, el pigmento fotosensible que se encuentra en los bastones, las células retinianas responsables de la visión en condiciones de baja luminosidad. Cuando un fotón de luz impacta en la rodopsina, provoca un cambio en la forma del retinal, lo que desencadena una cascada de señales eléctricas que el cerebro interpreta como una imagen. Sin suficiente vitamina A, la regeneración de rodopsina se ralentiza, causando ceguera nocturna (nictalopía), el signo clínico más temprano de su deficiencia. Además, la vitamina A es crucial para mantener la integridad de la córnea y la conjuntiva.
3. Sistema inmunitario: El guardián de nuestras barreras La vitamina A es conocida como la “vitamina anti-infecciosa”. Su papel en la inmunidad es doble:
- Inmunidad innata y barreras físicas: Es fundamental para la integridad de las barreras epiteliales. Mantiene saludables la piel y las mucosas que recubren los tractos respiratorio, digestivo y genitourinario, que son nuestra primera línea de defensa. Una mucosa sana secreta moco y otros compuestos antimicrobianos que atrapan e impiden la entrada de patógenos. La deficiencia compromete estas barreras, dejándonos vulnerables.
- Inmunidad adaptativa y comunicación celular: El ácido retinoico es un potente modulador de la respuesta inmune. Participa en la diferenciación de los linfocitos T, ayudando a mantener un equilibrio adecuado entre las respuestas Th1 (celular) y Th2 (humoral). Es especialmente crítico para la inmunidad intestinal, donde promueve la producción de Inmunoglobulina A (IgA), el principal anticuerpo que nos protege en las mucosas. También guía a las células inmunitarias para que “sepan” dónde tienen que ir, un proceso llamado homing linfocitario. Su deficiencia no solo nos hace más susceptibles a las infecciones, sino que también las vuelve más severas.
4. Salud de la piel y tejidos epiteliales La misma función que protege nuestras mucosas internas es la que mantiene nuestra piel sana. La vitamina A regula el ciclo de vida de los queratinocitos, las células de la epidermis, asegurando un recambio celular ordenado. Es por ello que sus derivados sintéticos, como la tretinoína y la isotretinoína, son fármacos de prescripción potentes y eficaces utilizados en dermatología para tratar el acné severo, la psoriasis y el fotoenvejecimiento, aunque con importantes efectos secundarios que requieren estricta supervisión médica.
5. Actividad antioxidante (exclusiva de los carotenoides) El retinol no posee una actividad antioxidante significativa. Sin embargo, los carotenoides como el β-caroteno sí la tienen. Actúan como “carroñeros” de radicales libres, especialmente en entornos lipídicos como las membranas celulares, protegiéndolas del daño oxidativo. Este mecanismo contribuye a la prevención de enfermedades crónicas donde el estrés oxidativo juega un papel central.
¿Cuánta Vitamina A Necesitamos?
Las recomendaciones se expresan en Equivalentes de actividad de retinol (RAE) para unificar las distintas formas y sus tasas de conversión.
- 1 RAE = 1 microgramo (µg) de retinol
- 1 RAE = 12 µg de β-caroteno de la dieta
- 1 RAE = 24 µg de α-caroteno o β-criptoxantina de la dieta
Las ingestas diarias recomendadas (RDA) para adultos son 900 µg RAE/día para hombres y 700 µg RAE/día para mujeres. Estas necesidades aumentan durante el embarazo (770 µg RAE) y, de forma muy significativa, durante la lactancia (1.300 µg RAE) para cubrir las demandas de la madre y asegurar un contenido adecuado en la leche materna.
Deficiencia y toxicidad: Los dos extremos peligrosos
El equilibrio es vital. Tanto el defecto como el exceso de vitamina A conllevan riesgos graves.
Deficiencia de Vitamina A Sigue siendo una de las carencias nutricionales más devastadoras a nivel mundial, siendo la principal causa de ceguera prevenible en niños según la OMS.
- Manifestaciones oculares: Comienza con ceguera nocturna y progresa a xeroftalmia (sequedad ocular patológica), manchas de Bitot (acúmulos de queratina en la conjuntiva), y puede culminar en úlceras corneales y ceguera irreversible (queratomalacia).
- Manifestaciones sistémicas: Un sistema inmunitario debilitado que eleva drásticamente la mortalidad por infecciones comunes como el sarampión y las enfermedades diarreicas. También se observa hiperqueratosis folicular (piel áspera y seca) y un retraso en el crecimiento en niños.
Toxicidad por Vitamina A (hipervitaminosis A) Es prácticamente imposible alcanzar niveles tóxicos a través de los carotenoides de los alimentos (el exceso solo puede causar una inofensiva pigmentación naranja de la piel llamada carotenodermia). La toxicidad se asocia casi exclusivamente al consumo excesivo de vitamina A preformada (retinol), generalmente a través de suplementos en altas dosis o del consumo regular de hígado de ciertos animales.
- Toxicidad aguda: Una sola dosis masiva puede causar náuseas, vómitos, vértigo y un aumento de la presión intracraneal que se manifiesta como un fuerte dolor de cabeza.
- Toxicidad crónica: El consumo prolongado de dosis más bajas pero supra-fisiológicas se acumula en el hígado. Causa daño hepático, dolor en huesos y articulaciones, pérdida de cabello, piel seca y agrietada y defectos de nacimiento.
- Teratogenicidad: El exceso de retinol es un potente teratógeno, especialmente durante el primer trimestre del embarazo, pudiendo causar graves malformaciones congénitas. Por ello, las mujeres embarazadas deben evitar los suplementos de vitamina A y los productos con retinoides sin prescripción y supervisión médica.
La sinergia nutricional: La Vitamina A no actúa sola
La función de la vitamina A está íntimamente ligada a otros nutrientes:
- Grasas: Indispensables para su absorción.
- Proteínas: Necesarias para fabricar la RBP, su proteína de transporte.
- Zinc: Este mineral es un cofactor esencial para la enzima que convierte el retinol en retinal en la retina y para la síntesis de la RBP. Una deficiencia de zinc puede imitar o exacerbar una deficiencia de Vitamina A.
- Vitamina E: Protege a la Vitamina A, que es sensible a la oxidación.
- Hierro: La Vitamina A ayuda a movilizar el hierro de sus depósitos. Su deficiencia puede contribuir a la anemia ferropénica al “atrapar” el hierro en el hígado.
Conclusión: Una invitación a llenar tu plato de color y complejidad
La vitamina A es un pilar maestro de la salud, un nutriente cuya importancia real reside en su capacidad para regular cientos de nuestros genes y orquestar procesos tan dispares como la inmunidad y el desarrollo fetal.
La estrategia más segura y eficaz para asegurar un aporte óptimo es a través de una dieta variada, colorida y equilibrada. Incluir una amplia gama de vegetales naranjas, rojos y verdes oscuros garantiza una fuente segura y regulada de provitamina A, junto con un ejército de otros antioxidantes. Complementar con fuentes animales nutritivas como los huevos o los lácteos, con moderación, asegura un aporte de la forma activa.
La suplementación con retinol debe ser siempre una decisión clínica, reservada para deficiencias diagnosticadas y bajo estricta supervisión profesional. La historia de la Vitamina A nos enseña una de las grandes verdades de la nutrición: los alimentos nos ofrecen una matriz compleja y sinérgica de nutrientes que la ciencia apenas comienza a desentrañar por completo. Nuestra tarea es simplemente elegir con sabiduría y disfrutar de esa abundancia.
En el fascinante universo de la nutrición, pocas vitaminas ostentan un papel tan multifacético y vital como la Vitamina A. Aunque a menudo la asociamos instintivamente con la salud de nuestros ojos y la famosa frase “come zanahorias para ver mejor”, su influencia se extiende a los rincones más profundos de nuestra biología. Actúa como un director de orquesta molecular, regulando desde la primera línea de defensa de nuestro sistema inmunitario hasta la correcta expresión de nuestro código genético. En este artículo, nos sumergiremos en el mundo de la vitamina A para descubrir qué es, dónde encontrarla y por qué es absolutamente crucial para una salud óptima a lo largo de toda nuestra vida.
¿Qué es Exactamente la Vitamina A? Un Nutriente con Múltiples Identidades
Lejos de ser una única sustancia, la “vitamina A” es en realidad un término que engloba a un grupo de compuestos orgánicos liposolubles, esenciales para la vida. Estos compuestos se presentan en dos formas principales en nuestra dieta, cada una con un origen y un camino metabólico distintos hasta llegar a nuestras células:
1. Vitamina A Preformada (Retinoides): La Forma Activa Esta es la vitamina A “lista para usar” por el organismo. Incluye moléculas como el retinol, el retinal y, de crucial importancia, el ácido retinoico. Como su nombre indica, se encuentra preformada exclusivamente en alimentos de origen animal. Las fuentes más potentes son el hígado (que es el órgano de almacenamiento), los aceites de pescado, la yema de huevo y los productos lácteos enteros o enriquecidos. El retinol es la forma de transporte y almacenamiento, el retinal es clave en la visión, y el ácido retinoico es el metabolito que actúa a nivel genético.
2. Provitamina A (Carotenoides): Los Precursores Vegetales Estos son pigmentos naturales que actúan como precursores, permitiendo que nuestro cuerpo los convierta en vitamina A activa según sus necesidades. Se encuentran en el reino vegetal, dando sus colores vibrantes a frutas y verduras. El más conocido y eficiente es el β-caroteno, responsable del tono naranja de zanahorias, boniatos y calabazas. Sin embargo, también abunda en vegetales de hoja verde oscuro como las espinacas y el brócoli, donde su color es enmascarado por la clorofila. Otros carotenoides con actividad provitamínica incluyen el α-caroteno y la β-criptoxantina.

Es fundamental entender que esta conversión no es ilimitada y está finamente regulada por el cuerpo, lo que convierte a los carotenoides en una fuente de vitamina A excepcionalmente segura. Además, no todos los carotenoides son precursores. Compuestos como el licopeno (abundante en el tomate), la luteína y la zeaxantina (presentes en el maíz y vegetales de hoja verde), aunque no se convierten en vitamina A, son moléculas bioactivas con potentes efectos antioxidantes y beneficios específicos para la salud, como la protección de la mácula ocular o la salud prostática.
El Viaje por el Cuerpo: Absorción, Conversión y Almacenamiento
Siendo liposoluble, la vitamina A (tanto retinoides como carotenoides) necesita imperativamente la presencia de grasas en la dieta para ser absorbida. En el intestino delgado, se empaqueta en quilomicrones y viaja por el sistema linfático hasta el torrente sanguíneo. El destino final es el hígado, nuestro gran almacén, que puede guardar hasta un 80-90% de las reservas corporales en forma de ésteres de retinilo, suficientes para meses o incluso años.
Cuando un tejido necesita vitamina A, el hígado libera retinol a la sangre. Para navegar por el medio acuoso sanguíneo, el retinol se une a una chaperona específica, la Proteína de Unión al Retinol (RBP). Este complejo RBP-retinol es el que viaja hasta los tejidos diana, como la retina o las células epiteliales, para ejercer sus funciones.
La eficiencia de la conversión de carotenoides a retinol es un punto clave y altamente variable. Depende de factores como:
- La matriz del alimento: El β-caroteno de las zanahorias cocidas y trituradas con aceite se absorbe mucho mejor que el de una zanahoria cruda.
- La genética individual: La enzima clave para esta conversión es la BCMO1. Polimorfismos genéticos comunes en esta enzima pueden hacer que algunas personas sean “bajas conversoras”, necesitando más carotenoides para satisfacer sus requerimientos.
- El estado nutricional: El cuerpo regula la conversión; si las reservas de vitamina A son altas, la eficiencia de conversión disminuye para evitar la toxicidad.
Funciones Clave: Un Pilar de la Fisiología Humana
La vitamina A es un nutriente pleiotrópico, lo que significa que su acción se extiende a una asombrosa variedad de procesos.
1. Regulación Genética: El Arquitecto del Desarrollo Quizás su función más profunda, aunque menos conocida, es su papel como regulador de la expresión génica. El ácido retinoico funciona de manera similar a una hormona esteroidea. Viaja al núcleo de la célula, donde se une a receptores nucleares específicos (RAR y RXR). Este complejo se acopla a secuencias concretas del ADN conocidas como Elementos de Respuesta al Ácido Retinoico (RAREs). Al hacerlo, actúa como un interruptor que activa o desactiva la transcripción de más de 500 genes. Estos genes controlan procesos vitales como la proliferación y diferenciación celular. Este mecanismo es absolutamente crítico durante el desarrollo embrionario para la formación del corazón, el sistema nervioso central, las extremidades y otros órganos. Es, en esencia, uno de los grandes arquitectos moleculares del cuerpo.
2. La Visión: Un Papel Protagónico en la Luz y la Oscuridad La función más célebre de la vitamina A es su rol indispensable en el ciclo visual. En la retina, el retinol se convierte en retinal. Esta molécula es un componente esencial de la rodopsina, el pigmento fotosensible que se encuentra en los bastones, las células retinianas responsables de la visión en condiciones de baja luminosidad. Cuando un fotón de luz impacta en la rodopsina, provoca un cambio en la forma del retinal, lo que desencadena una cascada de señales eléctricas que el cerebro interpreta como una imagen. Sin suficiente vitamina A, la regeneración de rodopsina se ralentiza, causando ceguera nocturna (nictalopía), el signo clínico más temprano de su deficiencia. Además, la vitamina A es crucial para mantener la integridad de la córnea y la conjuntiva.
3. Sistema Inmunitario: El Guardián de Nuestras Barreras La vitamina A es conocida como la “vitamina anti-infecciosa”. Su papel en la inmunidad es doble:
- Inmunidad Innata y Barreras Físicas: Es fundamental para la integridad de las barreras epiteliales. Mantiene saludables la piel y las mucosas que recubren los tractos respiratorio, digestivo y genitourinario, que son nuestra primera línea de defensa. Una mucosa sana secreta moco y otros compuestos antimicrobianos que atrapan e impiden la entrada de patógenos. La deficiencia compromete estas barreras, dejándonos vulnerables.
- Inmunidad Adaptativa y Comunicación Celular: El ácido retinoico es un potente modulador de la respuesta inmune. Participa en la diferenciación de los linfocitos T, ayudando a mantener un equilibrio adecuado entre las respuestas Th1 (celular) y Th2 (humoral). Es especialmente crítico para la inmunidad intestinal, donde promueve la producción de Inmunoglobulina A (IgA), el principal anticuerpo que nos protege en las mucosas. También guía a las células inmunitarias para que “sepan” dónde tienen que ir, un proceso llamado homing linfocitario. Su deficiencia no solo nos hace más susceptibles a las infecciones, sino que también las vuelve más severas.
4. Salud de la Piel y Tejidos Epiteliales La misma función que protege nuestras mucosas internas es la que mantiene nuestra piel sana. La vitamina A regula el ciclo de vida de los queratinocitos, las células de la epidermis, asegurando un recambio celular ordenado. Es por ello que sus derivados sintéticos, como la tretinoína y la isotretinoína, son fármacos de prescripción potentes y eficaces utilizados en dermatología para tratar el acné severo, la psoriasis y el fotoenvejecimiento, aunque con importantes efectos secundarios que requieren estricta supervisión médica.
5. Actividad Antioxidante (Exclusiva de los Carotenoides) El retinol no posee una actividad antioxidante significativa. Sin embargo, los carotenoides como el β-caroteno sí la tienen. Actúan como “carroñeros” de radicales libres, especialmente en entornos lipídicos como las membranas celulares, protegiéndolas del daño oxidativo. Este mecanismo contribuye a la prevención de enfermedades crónicas donde el estrés oxidativo juega un papel central.
¿Cuánta Vitamina A Necesitamos?
Las recomendaciones se expresan en Equivalentes de Actividad de Retinol (RAE) para unificar las distintas formas y sus tasas de conversión.
- 1 RAE = 1 microgramo (µg) de retinol
- 1 RAE = 12 µg de β-caroteno de la dieta
- 1 RAE = 24 µg de α-caroteno o β-criptoxantina de la dieta
Las ingestas diarias recomendadas (RDA) para adultos son 900 µg RAE/día para hombres y 700 µg RAE/día para mujeres. Estas necesidades aumentan durante el embarazo (770 µg RAE) y, de forma muy significativa, durante la lactancia (1.300 µg RAE) para cubrir las demandas de la madre y asegurar un contenido adecuado en la leche materna.
Deficiencia y Toxicidad: Los Dos Extremos Peligrosos
El equilibrio es vital. Tanto el defecto como el exceso de vitamina A conllevan riesgos graves.
Deficiencia de Vitamina A Sigue siendo una de las carencias nutricionales más devastadoras a nivel mundial, siendo la principal causa de ceguera prevenible en niños según la OMS.
- Manifestaciones oculares: Comienza con ceguera nocturna y progresa a xeroftalmia (sequedad ocular patológica), manchas de Bitot (acúmulos de queratina en la conjuntiva), y puede culminar en úlceras corneales y ceguera irreversible (queratomalacia).
- Manifestaciones sistémicas: Un sistema inmunitario debilitado que eleva drásticamente la mortalidad por infecciones comunes como el sarampión y las enfermedades diarreicas. También se observa hiperqueratosis folicular (piel áspera y seca) y un retraso en el crecimiento en niños.
Toxicidad por Vitamina A (Hipervitaminosis A) Es prácticamente imposible alcanzar niveles tóxicos a través de los carotenoides de los alimentos (el exceso solo puede causar una inofensiva pigmentación naranja de la piel llamada carotenodermia). La toxicidad se asocia casi exclusivamente al consumo excesivo de vitamina A preformada (retinol), generalmente a través de suplementos en altas dosis o del consumo regular de hígado de ciertos animales.
- Toxicidad Aguda: Una sola dosis masiva puede causar náuseas, vómitos, vértigo y un aumento de la presión intracraneal que se manifiesta como un fuerte dolor de cabeza.
- Toxicidad Crónica: El consumo prolongado de dosis más bajas pero supra-fisiológicas se acumula en el hígado. Causa daño hepático, dolor en huesos y articulaciones, pérdida de cabello, piel seca y agrietada y defectos de nacimiento.
- Teratogenicidad: El exceso de retinol es un potente teratógeno, especialmente durante el primer trimestre del embarazo, pudiendo causar graves malformaciones congénitas. Por ello, las mujeres embarazadas deben evitar los suplementos de vitamina A y los productos con retinoides sin prescripción y supervisión médica.
La Sinergia Nutricional: La Vitamina A No Actúa Sola

La función de la vitamina A está íntimamente ligada a otros nutrientes:
- Grasas: Indispensables para su absorción.
- Proteínas: Necesarias para fabricar la RBP, su proteína de transporte.
- Zinc: Este mineral es un cofactor esencial para la enzima que convierte el retinol en retinal en la retina y para la síntesis de la RBP. Una deficiencia de zinc puede imitar o exacerbar una deficiencia de vitamina A.
- Vitamina E: Protege a la vitamina A, que es sensible a la oxidación.
- Hierro: La vitamina A ayuda a movilizar el hierro de sus depósitos. Su deficiencia puede contribuir a la anemia ferropénica al “atrapar” el hierro en el hígado.
Conclusión: Una Invitación a Llenar tu Plato de Color y Complejidad
La vitamina A es un pilar maestro de la salud, un nutriente cuya importancia real reside en su capacidad para regular cientos de nuestros genes y orquestar procesos tan dispares como la inmunidad y el desarrollo fetal.
La estrategia más segura y eficaz para asegurar un aporte óptimo es a través de una dieta variada, colorida y equilibrada. Incluir una amplia gama de vegetales naranjas, rojos y verdes oscuros garantiza una fuente segura y regulada de provitamina A, junto con un ejército de otros antioxidantes. Complementar con fuentes animales nutritivas como los huevos o los lácteos, con moderación, asegura un aporte de la forma activa.
La suplementación con retinol debe ser siempre una decisión clínica, reservada para deficiencias diagnosticadas y bajo estricta supervisión profesional. La historia de la vitamina A nos enseña una de las grandes verdades de la nutrición: los alimentos nos ofrecen una matriz compleja y sinérgica de nutrientes que la ciencia apenas comienza a desentrañar por completo. Nuestra tarea es simplemente elegir con sabiduría y disfrutar de esa abundancia.